En el kiosko de la música del parque Labordeta, Zaragoza, he visto este fin de semana el Circo de las Pulgas de Dominique Kerignard, un espectáculo delicioso. El circo de las pulgas es un ejemplo de imaginación y persuasión: vemos lo que Dominique Kerignard quiere que veamos. Y lo hacemos porque sentimos su placer y queremos gozar con él. Disfrutamos de Mimí, Lulú y Zazá, sus diminutas artistas, porque él nos introduce con sus palabras y sus gestos en el mundo donde ellas existen. Como todo buen contador de historias, nos hace ver. Su alegría provoca y conduce nuestra imaginación.
Zaragoza estaba de fiesta, actué en el Espacio Bebé de la PAI, todo un placer. Fin de semana completito: trabajé, disfruté y protesté. Protesté con la PAI porque el Parque de los Insectos, emblemático en las fiestas y la ciudad, ha sido adjudicado este año a una empresa que lo ha devaluado en todos los sentidos. Los trabajadores del parque cobran menos dinero, las actividades propuestas son mediocres o una copia chapucera de las realizadas por la PAI y, en resumen, no hay proyecto artístico. ¿Por qué han adjudicado este año la realización del parque a tres empresas que no son de Zaragoza para hacer semejante chapuza? La ciudadanía no ha ganado nada con el cambio. Por suerte, se protesta. Usuarios del parque lamentan la pérdida de un espacio de juego libre para niños y niñas, la pérdida de la alegría de los bichos del parque.