el fin de semana pasado estrené Kamishibai en Espacio Cultural Serrería Belga. fue un placer enorme. rescato sobre todo lo inesperado: ver disfrutando juntas no solo niñas y niños sino personas adultas y, sobre todo, adolescentes que se acercaron porque los relatos eran japoneses; sentir la emoción y la sorpresa del público cuando pasé de una lámina a otra en el cuento de Momotaro; escuchar como fórmula de inicio de cuentos «En una galaxia muy muy lejana…» y «En un lugar de la Mancha…»

kamishibai, la técnica japonesa para contar historias con imágenes. gracias a él lo he disfrutado. y también tengo que agradecer a Paloma Valor, de la Embajada Japonesa, el asesoramiento, el mimo, el cuidado. nunca estoy sola cuando cuento. lo evidente es que me acompaña el público que da sentido a lo que hago; pero hay otras compañías menos
evidentes que sin embargo hacen posible que esté ahí, viviendo en la alegría que me regala mi oficio. Ángel y Paloma son en esta ocasión quienes han hecho posible esa alegría y también el equipo de Veranos de la Villa y de Serrería Belga. contar cuentos es algo que siempre se hace en compañía, que siempre hacemos juntas.