Estuve este fin de semana en Barcelona invitada por Martha Escudero para contar en el Harlem y hacer un laboratorio. Disfruté muchísimo del trabajo y salí de la ciudad contenta. Conté algunas historias que están en proceso y las sentí crecer gracias al público entregado del Harlem, y en el laboratorio Martha, Ignasi, Pilar y Alicia fueron colaboradores generosos en los experimentos que propuse. En una entrada sobre Barcelona del blog que compartí con mi amiga Marissa Amado cuando las dos éramos Palique, anoté que Richard Burton la menciona en su maravillosa «Anatomía de la melancolía» y comenta el avistamiento de hadas: «se las ha visto comúnmente cerca de esa ciudad, por fuentes y colinas.» Lo he recordado porque Martha, maravillosa anfitriona, en uno de los paseos que hicimos me habló de hadas. Ahora pienso que era natural que me hablara de ellas, porque vive en Barcelona. Y por lo que me dijo, sospecho que conoce alguna, (tras recordar la información científica que proporciona Richard Burton, me parece obvio). En la función del Harlem, y tal vez esto no sea mera casualidad, referí la historia de una de las más famosas hadas: Melusina, la mítica fundadora de la dinastía de los Lusignan. Su marido Remondín, tras perderla, confesó su perjurio al mismísimo papa de Roma y al regresar de su peregrinación, cuenta Jean d’Arras que «llegó a Barcelona, y se albergó en una buena hostelería; allí estuvo tres días visitando la ciudad que le pareció muy hermosa.» La historia añade que, para purgar sus pecados y llevar una vida santa, se quedó de ermitaño en Montserrat. Será por todo esto o quizá por motivos que tienen que ver con otras formas de manifestarse de lo mágico y lo maravilloso, como el cariño de los amigos, los buenos momentos compartidos o la belleza de algunos lugares, que siempre que me voy de Barcelona me voy pensando en regresar.