Este mes siempre es andariego, va una, o sea, voy yo, de aquí para allá en medio de la primavera con los cuentos en la boca prestos a recorrer los caminos del aire que les conduzcan a oídos extraños. Cosas del día del libro. Y yo, agradecida a ese día, y a todos los otros en los que puedo contar, que siempre, o casi siempre, es una celebración. Y la verdad es que abril comenzó bien en «Contar con Agüimes» Festival Internacional de Narración Oral donde me encontré con personas a las que quiero y admiro. Hice un taller y una función, y fue bonito.
Además, gracias a Ana Sebastián, de la Biblioteca Municipal, y su equipo, estuve en diferentes centros educativos de San Sebastián de los Reyes. Fue un gustazo. Llevo conmigo una libretita, un diario de funciones en el que anoto lo que cuento y algunas impresiones de la función. Esta semana del Libro anoté mucho, los niños y las niñas me regalaron una escucha deliciosa, besos, abrazos y maravillosas intervenciones. Transcribo aquí dos:
En mi versión de El Caballero Sapo, un cuento tibetano, digo un verso de e.e. cummings: «Llevo tu corazón, lo llevo en mi corazón». Estoy contando a peques de 3 y 4 años, digo «Llevo tu corazón, lo llevo…» y escucho una voz pequeñita que se cuela en el verso y dice «en el mío».
Abro y cierro las funciones cantando. La letra de la canción dice «¿Qué vine a hacer a este mundo? ¿A quién le podría preguntar?». Yeray, de cuatro años, levanta la mano, yo le digo asombrada «¿sabes qué he venido a hacer a este mundo?» y contesta, segurísimo, «A jugar». Y tiene toda la razón.