Hoy, 24 de octubre, se celebra el día de la Biblioteca. Alrededor de esta celebración se multiplican funciones. Estuve el viernes pasado en Villarrubia de los Ojos, maravillosamente atendida por Víctor, el bibliotecario, y disfruté de un público profesional en esto de escuchar historias. Y mira que encontrar bebés profesionales como público no es nada fácil. ¡Pues los hay! Están en la biblioteca de Villarrubia. El sábado tuve una función cerca de casa, en la Biblioteca Luis Rosales de Carabanchel, donde fui informada de la redondez de las barrigas y fui redondamente feliz. Ayer estuve en Membrilla y hoy conté en Arganda del Rey.
Ayer, la función para niñas y niños de 6º de primaria fue muy conversada. Un niño me preguntó cómo respiraba el gigante de dos caras del cuento de Molly Alboroto y yo le contesté que para mí lo de las dos caras a veces era tal cual y otras, una metáfora, una imagen que habla de alguien que piensa una cosa y dice otra. Al hilo, otro niño pregunta:
-¿Cómo es posible que una mujer normal se case con un gigante?
-Bueno -digo, para mí el gigante es también la imagen de alguien que maltrata. En este caso, al menos.
-Entonces la mujer era tonta, si se casó con alguien que la maltrataba.
-Recuerda que el gigante tenía dos caras, contesto.
Hablamos como nunca de los cuentos. Preguntaban, comentaban, iban destripando las historias, o más bien, mascándolas y saboreándolas. Tanto así que me ví de repente resumiendo «Jane Eyre» para poder hablarles de lo que hizo Jean Rhys en «Ancho mar de los sargazos». No me extrañaría que alguno contara algún día la historia de las hermanas de Molly que, casadas con príncipes, se acercan pasados los años a su familia, que las abandonó en el bosque. Hablamos también de Blancaflor. Un niño me preguntó cómo se llamaban las hermanas, yo contesté que no sabía y una niña dijo
-Podrían llamarse Rojaflor y Verdeflor.
Si conoces el cuento sabrás lo extraordinariamente acertados que son. (Si no lo conoces, corre a leerlo). Ahora, gracias a esa niña, las hermanas de Blancaflor tienen nombre.
Recibí el regalo intangible que aparece cuando los seres humanos nos encontramos. Hoy también pasó. Escribo estas líneas bajo el influjo de la enorme alegría que me han producido las funciones de estos días. Sonrío. Me sonríe todo el cuerpo.