paso un rato cada día frente a una ventana. desde ella veo un pedacito de parque, un tramo de canal y, sobre todo, un pino. el pino. refugio de palomas, urracas, mirlos y gorriones. hoy el viento agita sus ramas. ese árbol me acompaña cada día en una conversación muda. está florecido, hermoso. siento el día, allá fuera, gracias a los cambios de color que el movimiento de la luz produce. ahora parece que echará a volar. es una presencia vibrante y me gustaría que supiera lo que me acompaña su belleza. ¿sentirá el pino mi mirada? ¿sabrá el bien que me hace su presencia? quiero pensar que sí. que cuando le miro de una cierta manera, con determinada intensidad, él siente algo parecido a una caricia. su presencia en la ventana durante estos días de encierro forzoso es un descanso. puedo soñar ser él. de algún modo, estoy ahí. fuera. del otro lado del día.