los primeros mapas fueron relatos, la memoria de un itinerario expresada en palabras.

mapas y relatos dan cuenta del viaje. mirar un mapa, leer o escuchar un relato son maneras de viajar sin moverse del sitio.

en «El corazón de las tinieblas» Joseph Conrad escribe acerca de la fascinación por los mapas:

«Debo decir que de muchacho sentía pasión por los mapas. Podía pasar horas enteras reclinado sobre Sudamérica, África o Australia, y perderme en los proyectos gloriosos de la exploración. En aquella época había en la tierra muchos espacios en blanco, y cuando veía uno en un mapa que me resultaba especialmente atractivo (aunque todos lo eran), solía poner un dedo encima y decir: cuando crezca iré aquí.»

aquí, es una promesa, el espacio en blanco es lo desconocido: la posibilidad de contar un relato jamás contado anteriormente.

en estos días he estado practicando mucho esto de viajar sin moverme del sitio y en mis vagabundeos por internet he encontrado este hermosísimo mapa islámico del mundo en la Wellcome Colletion

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en este mapa el norte está abajo y el oeste, rodeado por el mar desconocido, a la derecha. este mapa antiguo cuenta otro mundo con otros códigos ¿qué viajes, qué relatos encierra que yo no sé descifrar? este bello y ajeno mundo redondo ¿qué secretos guarda? ¿qué sueños?