Este mes de junio está siendo fértil. En el Maratón de los cuentos Guadalajara presentamos «El cuerpo como lugar de ecos», una experiencia sensorial en torno a la palabra hablada que resultó muy estimulante y gustó mucho. Cristina Verbena, Dani y Nieves (de Borrón y cuento nuevo) y yo susurramos palabras, versos, recuerdos por el cuerpo de las personas que se atrevieron a entrar en nuestra cueva. La piel se convirtió en oreja, el cuerpo entero escuchaba. Quienes hablábamos recorríamos el cuerpo del otro con palabras. El otro, quien escuchaba, se convertía en protagonista, hacía -con los retazos que le ofrecíamos- la historia. Una historia personal y, desde luego, misteriosa. Nunca sabremos lo que imaginaban.
El próximo 29 estreno en el CDN «Mano a mano», un espectáculo de cuentos contados oralmente y en lengua de signos. Trabajo con Christian Gordo «Chrisgo», un actor sordo del que estoy aprendiendo también acerca de la escucha: una persona sorda escucha con los ojos. Su mundo es visual, su modo de comunicarse, visual y gestual. Christian habla con todo el cuerpo, se mueve con una enorme fuerza expresiva y con mucha belleza. Hablar con él significa mirar y ser mirada, como siempre, sí, pero de una manera diferente. Lo que se ve lo es todo.
¿Qué es escuchar? Volverse hacia el otro, abrirse a él, dejar que entre. Recibir. Acoger. ¿Que se mueve cuando escuchamos? ¿Qué hacemos? ¿Cómo lo hacemos?
Escuchar. Dice mi Pequeño (y viejo) Larousse que es «Oír con atención. Prestar atención a lo que dice otro». No se agota en esta escueta definición lo que es, y sobre todo, lo que significa escuchar. Habrá que pensar en ello.